Madre Isabel Ventosa celebró su pascua definitiva el 2 de abril de 1895.
Por los testimonios personales podemos decir que Madre Isabel era una ejemplar religiosa. Persona constante, tenaz, con gran sentido común, muy inteligente, bien formada, muy “seria” nos dicen los testimonios, serena en las dificultades, bondadosa. Tiene una gran claridad sobre su vida. A los 21 años tiene conciencia clara de su vocación como religiosa. La madurez de su vida cristiana la pone de manifiesto a los 22 años cuando se rinde a la voluntad de Dios ofreciendo para ello el sacrificio de su vida personal.
El deseo de ser religiosa y la realidad que vive en la casa Darder de amor y caridad hacia los enfermos, de práctica de las virtudes cristianas, despierta en ella una conciencia clara también de lo que Dios quiere para la comunidad de Darderas: dar los pasos para su transformación en Congregación religiosa. En los 19 años que permanece como superiora no cejará en dos empeños: la caridad hasta el heroísmo en el servicio a los enfermos y la redacción de las constituciones para ser religiosas. En este último Madre Isabel fue genial: supo no romper en nada el espíritu de Darder y a la vez acertó en actualizar, concretar y ampliar el carisma primitivo incorporándolo al estatus canónico y enriqueciéndolo con la espiritualidad franciscana.
Madre Isabel tomó iniciativas de un gran calado espiritual; fue una auténtica Madre para las Darderas, conciliadora y pacificadora, amante de su celestial Esposo Jesús, discípula de Él, al cual atenta escuchaba a sus pies, solícita siempre de encontrar a su querido Señor encarnado de nuevo en los pobres, enfermos-necesitados, sumisa a la voluntad de Dios, respetuosa con la historia de la primitiva congregación de la Natividad de Nuestra Señora de Belén y de la Causa Pía de Darder, amante de la Virgen Niña. En definitiva, vemos a Isabel Ventosa como una gran mujer, una extraordinaria religiosa, una fraternal compañera, una humilde franciscana y gran fundadora