El 24 de octubre en la Iglesia Católica, se celebra el día mundial de las misiones, llamado en España día del DOMUND. La francesa Pauline Jaricot puso las bases de lo que hoy es esta jornada; animada por su hermano Philéas que iba para misionero y que fue quien la incitó a crear una obra para ayudar a los sacerdotes que evangelizaban en Asia. Pauline pidió a sus allegados que donaran un centavo a la semana para los misioneros y que oraran permanentemente por ellos. Pauline será beatificada el 22 de mayo de 2022 en su ciudad natal de Lyon.

«No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» 

Hch 4, 20

El papa Francisco para el mensaje de esta jornada ha elegido la cita bíblica: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Y de su mensaje recogemos estos párrafos:

“El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), es una invitación a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de ser seducidos para recluirse en una élite, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aún los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239)”.

“Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición”.

“Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión.”